23 jul 2014

El gabinete de arquitectura
































De la boca de Paulo Mendes da Rocha y de su impresionante capacidad de cautivar auditorios, se proyectaba este cuento al que me aproximé elípticamente hasta quedar acomodado en un epicentro vergonzosamente desplazado de todo protagonismo.
Contaba en un vivaz y florido portuñol brasiguayo, de un lugar donde su arquitecto había diseñado un jardín que se construía con una escoba, y que el verdadero protagonista de la singular obra, no se encontraba en el plano extendido de suelo, en contrario; arremetiendo contra la gravedad y los vientos, entre las sombras, las hojas y las frutas, un simio aullador había hecho de los árboles del predio su sitio en el mundo.
El arquitecto había estudiado cada aspecto de la increíble condición del primate, sus hábitos, sus gustos, les fueron generosamente expuestos desde las alturas y la observación detallada permitió vislumbrar una política de coexistencia y beneficio mutuo entre ancestrales parientes.
El primate ejercía dominio de vasto territorio que iba desde el predio del gabinete de arquitectura –sitio favorito de sus horas plácidas– hasta los fondos de la sede de la Universidad Columbia del Paraguay, donde a más de una cuadra de distancia, más de una historia contaba de sus estudios en ciencias ambientales y políticas.
El arquitecto diseñó con buen tino el destino de sus oficinas, un serpenteante acceso entre los árboles construía el vínculo entre la calle y los interiores muy distanciados, todo muy intencionalmente acomodado con ingenio y prolijidad, atestiguado por acciones de disposición y pertinencia de todo lo construido.
El simio no carente de razones y motivación, asistía con ganas a la cita antes pactada; desde su rama favorita, observaba el accionar febril del arquitecto quien había dispuesto su lugar de trabajo de forma a facilitar la observación desde lo alto de todo cuanto su trabajo sedimentaba en dibujos, planos y maquetas.
Los ojos de ambos se encontraban, atestiguando la fe en el mutuo compromiso compartido, el pulgar elevado o invertido del primate arbóreo marca el destino de cuanto en el gabinete de arquitectura se viene produciendo de interesante desde hace casi 20 años.
Casi 20 años atrás, con los más o menos 5000 US. $ –que logramos producir con mucho esfuerzo–, enfrentamos una difícil elección entre dos supuestos necesarios, comprarnos 2 buenas computadoras ante el espejismo producido por los deseos de existencia virtual, o con el mismo presupuesto, construir físicamente nuestras oficinas.
Habiendo descubierto y alquilado el sitio donde hasta hoy estamos, ya no había espacio para el arrepentimiento.
Las revistas de presupuestos de la construcción de los años 90´s en Paraguay, actualizaban sus precios para obras comunes, entre los 350 y 450 US $ por metro cuadrado; y todo cuanto habíamos bien estudiado en la Universidad y reaprendido al ejercer inauguralmente el oficio — pertinencia profesional técnica y constructiva–, no eran herramientas suficientes para asistirnos en nuestras aspiraciones.
El problema se tornaba complejo por lo siguiente, un mínimo análisis de necesidades y expectativas, imponía el disponer a lo menos de unos 100 m2 de superficie en planta, que perfilaban el desafío de diseñar y construir para que el costo de la obra demande la séptima parte de su valor de mercado, es decir, edificar a un costo de unos 50 US $ el metro cuadrado.














Casa en el cielo


 El Fraccionamiento “El Cielo” está ubicado en una zona montañosa en el municipio de Tlajomulco, en las afueras de Guadalajara.
El proyecto responde a condiciones muy determinantes del sitio: un terreno de forma irregular, la presencia de arbolado y las vistas que se abren entre el arbolado hacia el valle.
Dos ejes principales configuran la casa. En un sentido, el eje que define el ingreso principal y que se prolonga hasta la parte posterior del terreno, abriendo la casa hacia una terraza exterior;  y en el otro, el eje definido por la línea que vincula los árboles existentes en el lado norte del terreno con las vistas hacia el sur y sobre el cual se ubican la sala y el comedor. En el mismo eje visual, se ubica la habitación principal en planta alta.
El cruce de estos dos ejes que abren la casa al exterior y la doble altura en el área central dan a la casa una sensación de gran amplitud. Los ventanales enfundables en sala, comedor y cocina permiten eliminar los límites entre interior y exterior, sacando así provecho de las excepcionales cualidades del predio.